Esta ciudad italiana esconde la plaza más famosa del mundo, donde podrás ver la carrera de caballos más espectacular
Siena, en Italia. Foto: Unsplash

Esta ciudad italiana esconde la plaza más famosa del mundo, donde podrás ver la carrera de caballos más espectacular

Palio, pasta y paseos con vistas: Siena tiene todo para que te bajes del tren con cara de turista y te vayas con alma de local. Solo tienes que saber por dónde empezar.

Aleks Gallardo | Abril 9, 2025

En Italia, las ciudades compiten por ver cuál tiene los mejores monumentos, el arte más impresionante y las recetas más apetecibles. La belleza de lugares como los jardines de Florencia o las preciosas cascadas de Tívoli es innegable, y difícil de igualar. Pero Siena juega en otra liga, pues destaca por su identidad. Una ciudad que no se entiende sin sus contrade (barrios), sin su orgullo vecinal a flor de piel y, por supuesto, sin el Palio. Aquí no se trata solo de ver cosas bonitas, sino de sentir cómo vive un sitio que no ha dejado que el turismo diluya su particular carácter.

Y sí, la Piazza del Campo es el epicentro. No por su tamaño ni por sus terrazas (que también), sino porque ahí se celebra la carrera de caballos más intensa del continente. El Palio dura apenas un suspiro, pero lo que lo rodea —las banderas, los ensayos, los nervios colectivos— es lo que hace que esta ciudad tenga un pulso propio. Aunque no vayas en época de carrera, el espíritu se respira igual.

Piazza del Campo: más que una plaza

Lo primero: la plaza. La Piazza del Campo no es famosa por casualidad. Tiene forma de concha, está inclinada como una pista de skate y es el corazón de todo lo que pasa en Siena. Siéntate en el suelo como un estudiante de arte o sube a la terraza de algún café con vistas. Aquí no hay mal ángulo.

Dos veces al año, esta plaza se transforma en el escenario del Palio, la carrera de caballos más loca (y breve) de Europa. Dura apenas 90 segundos, pero la ciudad entera lleva meses preparándola. Cada barrio compite con su caballo y jinete, y lo viven con una pasión que hace que el fútbol parezca cosa de niños.

Aunque te recomendamos verla en directo, porque es un espectáculo inigualable, si no logras coincidir siempre puedes visitar el Museo della Contrada o preguntar en alguna taberna para que te cuenten las leyendas locales. Siempre hay alguien dispuesto a explicar por qué su barrio es el mejor.

Y si te gusta mirar las ciudades desde arriba, sube a la Torre del Mangia. Son más de 400 escalones, pero las vistas compensan el cardio. Spoiler: desde allí, la Piazza del Campo parece todavía más rara. Y más perfecta.

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La plaza abarrotada para ver las carreras. Foto: Toscana.it

Arte, callejones y mucha calma en Siena

Una de las ventajas de Siena es que puedes recorrerla a pie sin sentir que estás haciendo el Camino de Santiago. Eso sí, prepárate para subir y bajar cuestas. Las calles estrechas, los callejones que terminan en arcos de piedra o plazas inesperadas... todo tiene un aire que te hace pensar: “Esto no lo diseñó un urbanista, lo diseñó la vida”. 

Si eres de los que no pueden pasar por una iglesia sin entrar, la Catedral de Siena es de las que merecen tiempo. No es solo grande o bonita: es una sobredosis de mármol blanco y negro, con detalles que harían llorar de envidia a cualquier arquitecto renacentista. Dentro encontrarás obras de Donatello, Bernini y Miguel Ángel, y un suelo de mosaicos tan impresionante que lo tapan casi todo el año para que no se desgaste. Si pillas una visita cuando está descubierto, considéralo un bonus de lujo.

Al lado está la Librería Piccolomini, que parece un decorado de Wes Anderson, si Wes Anderson hubiese sido un fanático del siglo XV. Color, simetría y frescos que te hacen olvidar que venías solo a mirar. Y si te gusta el arte, pero no quieres saturarte, visita el complejo de Santa Maria della Scala. Este antiguo hospital medieval hoy es un museo diferente, con túneles, capillas y exposiciones.

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Mires donde mires, solo hay belleza en Siena. Foto: Unsplash

Comer, beber y entender a los sieneses

Aquí viene la parte importante, porque uno no va a Siena solo a mirar piedras. Va también a comer bien y a beber mejor. La cocina sienesa es más contundente que refinada, y eso es precisamente lo que la hace genial.

Pide unos pici al ragú (una especie de espagueti gordo hecho a mano) y verás. Acompáñalos con un vino de la región: Chianti, Brunello di Montalcino o lo que el camarero te recomiende. No fallas.

Para el postre, no te vayas sin probar los ricciarelli (galletitas de almendra) o el panforte, una bomba densa y especiada. No es ligero, pero sí inolvidable.

Si te queda tiempo, puedes hacer una excursión rápida a pueblos como Monteriggioni (un castillo medieval de cuento) o San Gimignano, con sus torres que parecen el Manhattan del medievo. Pero sinceramente, si solo tienes un día o dos, quédate en Siena. Tiene esa mezcla rara de intensidad y tranquilidad que no se encuentra fácil.

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Siena desde las alturas. Foto: Unsplash

TURIUM TIPS

Asiste al Palio si vas en julio o agosto: la legendaria carrera de caballos se celebra el 2 de julio y el 16 de agosto. Reserva alojamiento con antelación, porque la ciudad se llena.
Visita el complejo de Santa Maria della Scala: un antiguo hospital convertido en museo, con túneles, capillas y arte escondido. Ideal para huir del calor o la lluvia.
Haz tiempo para la Librería Piccolomini: está dentro del Duomo y es un mini museo en sí misma, con frescos espectaculares.
Escápate a Monteriggioni en bus o coche: a solo 20 minutos de Siena, este pequeño pueblo amurallado parece sacado de una película.