Pastrana, el pueblo desconocido más bonito de España
Pastrana es una de las localidades más bellas de Guadalajara. Foto: iStock.

Es uno de los pueblos más bonitos de España y está a hora y media de Madrid, pero no lo conoce nadie

Muy cerca de Madrid, en la provincia de Guadalajara, se encuentra Pastrana. Tranquilo y lleno de encanto, este pueblo es la escapada perfecta para el fin de semana.

Lucía Lorenzo | 21 Mar 2025

Son muchos los que consideran que Castilla-La Mancha está entre las comunidades autónomas más infravaloradas de España. Su amplísima historia, su rica cultura y la belleza de pueblos como Sigüenza nos lleva a pensar que, efectivamente, se debería hablar más de las bondades de esta región. Por eso hoy viajamos hasta Pastrana, uno de los pueblos más bonitos de España.

A pesar de que se encuentra muy cerca de Madrid (a tan solo hora y media), esta localidad de Guadalajara apenas recibe un puñado de turistas cada fin de semana. La tranquilidad está más que asegurada aquí, entre el estrecho entramado de calles que componen su precioso paisaje de piedra y forja.

Así es el pueblo más bonito de Guadalajara

Pastrana se encuentra en el corazón de la Alcarria, en la parte más austral de la provincia de Guadalajara. Ya los romanos del siglo II a.C. se dejaron atraer por el encanto de esta tierra cálida, a la que ellos llamaron Paterniana. Muchos años después, entre los siglos XVI y XVII, el municipio alcanzó su máximo esplendor bajo el mandato de los Príncipes de Éboli.

Aunque su grandeza se ha diluido bajo el arrollador fluir del tiempo, la belleza de aquella época ha logrado resistir y se mantiene casi intacta. Pequeña y silenciosa, oculta en su interior palacios renacentistas y deslumbrantes iglesias. Mires donde mires, edificios añejos se alzan piedra sobre piedra en este rincón que parece detenido en el tiempo.

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Las calles de Pastrana. Foto: Pixabay.

Esta Villa Ducal es perfecta para recorrerla con calma, ya sea bajo un cielo nublado o acosado por los rayos del pertinaz sol de Castilla-La Mancha. Cuando llueve, las calles pequeñas y empedradas se convierten en larguísimos espejos, que serpentean y fluyen hasta que se pierden en la siguiente esquina.

Sin embargo, no hay nada como recorrer las calles de Pastrana en una soleada tarde de primavera, cuando la luz solar le roba destellos dorados a los tejados de las casas y los valles y montes de alrededor refulgen con un tono verde intenso. Aquellos acostumbrados al bullicio de las grandes ciudades rara vez se quieren ir cuando llegan aquí, sabedores de que la calma de este lugar se les escapará como arena entre los dedos en cuanto comiencen a alejarse.

Qué ver en Pastrana

Con apenas 800 habitantes y prácticamente olvidado por los turistas, los encantos de este pueblo pasan desapercibidos para la mayoría. Sin embargo, aquellos que se dejan arrastrar por la belleza de Pastrana casi nunca salen decepcionados. Si acaso, sentirán después ese característico vacío que uno experimenta cuando algo bonito se acaba demasiado pronto.

Pero eso viene después. Al entrar en el pueblo, lo mejor que puedes hacer es disfrutar de sus edificios más emblemáticos. Lugares como el Palacio Ducal: una joya renacentista de exterior austero y muros gruesos, en cuyo interior destaca el intrincado artesonado de los techos de madera. Los motivos geométricos y florales, cuidadosamente tallados en madera, harán que no te arrepientas de la visita.

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El Palacio Ducal de Pastrana. Foto: Turismo de Pastrana.

También merece la pena entrar en la iglesia colegiata de la Asunción. Este precioso templo comenzó a construirse en el siglo XIII y mezcla elementos románicos y góticos debido a las sucesivas reformas que sufrió con el paso de los años. Merece la pena entrar para ver el monumental retablo dorado, repleto de imágenes de santos, y el precioso órgano barroco, construido por Domingo de Mendoza.

Si sigues paseando por el pueblo te encontrarás lugares como la Plaza del Deán, los restos de la muralla de Pastrana y la curiosa Calle Palma, que se encuentra llena de pequeñas viviendas construidas en el siglo XVII. Vayas donde vayas, todo habla de otra época aquí, en este pequeño pueblo que se ha quedado detenido en el tiempo.

TURIUM TIPS

Los apasionados del arte no pueden quedarse sin visitar el Museo Parroquial, que se encuentra en el interior de la iglesia de La Colegiata y que oculta la colección de tapices góticos de Alfonso V de Portugal.
Si quieres disfrutar de la gastronomía castellano manchega, reserva una mesa en el Restaurante César, donde podrás probar las famosas migas de Pastrana y su riquísima sopa castellana. Deja espacio para los postres, pues su bizcocho borracho y su tarta de queso son absolutamente imprescindibles.