
Ni Ávila ni Lugo, la ciudad amurallada más impresionante está en Italia y tiene una de las iglesias más bonitas de la Toscana
La Toscana es una de esas zonas que encantan a todo el que la visita, con sus calles estrechas y llenas de encanto. Situada al norte de Pisa, Lucca es un destino toscano que deslumbra por su riqueza histórica y arquitectónica.
Si ya has visitado la Ciudad Eterna de Roma, has admirado la torre inclinada de Pisa y has viajado hasta Florencia, no te preocupes, porque Italia aún tiene mucho que ofrecerte. Seguro que alguna vez has soñado con pasear por las calles de la Toscana, gelato en mano, mientras el sol te acaricia la cara y el eco de tus pasos resuena por las calles empedradas. Si lo que quieres es recorrer el interior del país mediterráneo en bicicleta y disfrutar de esa mezcla de naturaleza viva e historia que solo ofrecen las ciudades toscanas, entonces Lucca es el lugar perfecto para ti.
Un paseo por Lucca, la ciudad de las murallas
Veranos calurosos, terrenos escarpados y campos donde crecen los cereales, las uvas y el arroz. Esta es una buena forma de describir la región de la Toscana, en el centro de Italia. Y estos son algunos de los motivos por los que los etruscos decidieron asentarse aquí, ya en la Edad Antigua.
Tras esta primera civilización llegaron los romanos, los lombardos y los germanos. Sin embargo, su época de mayor esplendor llegó durante el medievo, cuando se construyeron las largas murallas que a día de hoy aún rodean la ciudad. Más de cuatro kilómetros de murallas, perfectamente conservadas, que siguen intactas a día de hoy precisamente porque su intención nunca fue proteger la ciudad.

No obstante, las murallas no son el único vestigio medieval de Lucca. Al pasear por la ciudad altas torres de ladrillo, puentes de piedra construidos sobre arcos de medio punto y bóvedas espectaculares salen al encuentro. Pese a haberse dejado arrastrar por la modernidad, hay algo en este rincón toscano que hace que parezca detenido en el tiempo, atado a un pasado grandioso que sigue presente en todos y cada uno de los preciosos edificios del centro.
Qué ver en Lucca
Siguiendo las interminables murallas, que rodean la ciudad desde el siglo XVI, encontramos seis puertas, a través de las cuales podemos atisbar la belleza de Lucca, que asoma bajo los arcos. Las más antiguas son la puerta de San Pedro, construida en 1565, y la puerta de Santa María, levantada en 1592 en estilo renacentista; entre las más nuevas encontramos la puerta de Santa Anna, o puerta de Vittorio Emanuele, de 1910, y la puerta de San Jacopo alla Tomba, la más reciente de todas.
Sin embargo, Lucca es mucho más que sus murallas. Aunque cuesta elegir, quizás nuestro edificio favorito sea la iglesia de San Miguel en Foro. Se trata de una construcción única, situada en la piazza San Michelle, que destaca por su altísima portada llena de arcos ciegos. Completamente blanco y rodeado de columnas de mármol, este templo de estilo románico pisano destaca por el enorme conjunto escultórico de la fachada, que muestra al arcángel San Miguel matando a un dragón.

Uno de los edificios más impresionantes es la Torre Guinigi, que destaca sobre el skyline de la ciudad. A sus pies, es inevitable preguntarse cómo pudo construirse semejante maravilla de la arquitectura en el siglo XV, mientras que desde lo alto es fácil que las impresionantes vistas nos dejen sin respiración.
Aunque nos dejemos asombrar por las encinas que crecen, sin que nadie sepa muy bien cómo, en lo más alto de la torre, tenemos que admitir que este no es el jardín más bonito de Lucca. Ese honor se lo llevan los jardines del Palazzo Pfanner, diseñados por Filippo Juvarra a finales del siglo XVII. Aquí, la naturaleza se despliega en un camino de rosas, peonías, camelias y magnolias, que pintan la faz del precioso palacio de color y llenan el aire de perfume.

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