
Ni Urueña ni Carrión de los Condes, el pueblo más bonito de Tierra de Campos está en León y es perfecto para desconectar
Aunque pequeño y desconocido, Grajal de Campos es un pueblo con mucha historia que está entre los más bonitos de Castilla y León.
Cuando uno se encuentra allí, pareciera que las vastas tierras de Castilla y León no terminaran nunca. Bajo el cielo, a menudo nublado, y más allá de las capitales de provincia que sobreviven a los largos inviernos cubiertos de niebla, las llanuras sembradas con trigo amarillo lo ocupan todo. En esos momentos, rodeado de los cultivos que sostienen esta región, es fácil comprender por qué llaman Tierra de Campos a esa zona que abarca pueblos de Valladolid, Palencia, Zamora y León. Esa zona en la que se encuentra Grajal de Campos.
Se trata de un pueblo pequeño, ubicado en la provincia de León y con un fuerte sabor rural. De vez en cuando, las calles estrechas y las casas bajas dejan espacio a algún monumento que habla de un pasado más grandioso: una iglesia, un castillo o un palacio. Nada que desentone en esta postal de tonos ocres que conquista a todo el que la ve y que nos hace pensar que este es uno de los pueblos más bonitos de la región.
Así es el pueblo más bonito de Tierra de Campos
Un horizonte bajo y liso, apenas interrumpido por algún que otro cerro que no se atreve a despuntar. Un mar de cereales, dorado y marrón, que baña con sus olas los suelos de secano. Un puñado de casas de adobe aquí y allá, y el tímido gorjeo de los pichones, algo así es lo que se viene a la mente al escuchar eso de Tierra de Campos.
El pueblo del que hablamos no es muy distinto a esta imagen que nos hemos formado en la cabeza. Todo es tradicional aquí, todo está cubierto por ese manto rural que sus vecinos se niegan a perder, pues sería como extirpar una parte de su identidad. Y en este pueblo donde solo sobrevive uno de sus antiguos palomares, la identidad y el arraigo son importantes. Mucho. Tanto, que algunos de sus jóvenes están poniendo rumbo de vuelta a la localidad tras una breve incursión en el mundo.

Quienes han vivido aquí solo pueden hablar con orgullo de su hogar. Hasta el último graliarense es profeta de esta bonita tierra, que oculta en su interior joyas como su castillo. Esta construcción militar, levantada en el siglo XVI, en plena guerra de las Comunidades de Castilla, sobre los restos de una más antigua, fue el primer artillero de España, con muros a prueba de balas, foso y puente levadizo.
El excelente estado de conservación del fuerte y la tranquilidad que reina hoy día a su alrededor hacen que resulte extraño pensar que este pudo ser un lugar de luchas y sangre. Poco queda de aquellos enfrentamientos hoy día, al menos a simple vista. Porque si escarbamos bien y nos adentramos de verdad en Grajal de Campos, encontraremos el sentimiento que sirvió de semilla para aquel episodio histórico: el amor profundo por la tierra que sienten quienes estarían dispuestos a todo para defenderla.

Qué ver en Grajal de Campos
Si bien lo primero que llama la atención al entrar al municipio es el Castillo de Grajal de Campos, no es lo único que merece la pena visitar. Si por algo destaca este pequeño pueblo es por su gran patrimonio monumental, gracias a construcciones como el Palacio de los Condes de Grajal: la residencia de Hernando de Vega, antiguo señor del lugar, y de su hijo, que fue nombrado conde por Felipe II.
El edificio, de planta cuadrada, fue levantado en el siglo XVI y es ejemplo de la arquitectura del Renacimiento. La casona, ahora propiedad del Ayuntamiento, mantiene las torres de los extremos, los arcos de medio punto, una preciosa escalera interior y el patio central, la joya de la corona. El interior puede visitarse por tan solo 3 €. Además, en lo que antiguamente eran las mazmorras hoy encontramos un albergue de peregrinos, pues Grajal de Campos forma parte del Camino de Santiago de Madrid.

Su fuerte vínculo con la religión hizo que este rincón de la provincia de León llegara a tener seis iglesias, aunque solo sobrevive la iglesia de San Miguel, en la Plaza Mayor de la localidad. El templo, que también data del siglo XVI, tiene elementos góticos, renacentistas y alguna que otra reminiscencia neomudéjar. Lo más curioso es, sin duda, su torre de cinco esquinas a la que, según los vecinos, “le falta una para tener cuatro”.
Para completar la ruta por el pueblo, echa un vistazo a la ermita de la Virgen de las Puertas y al convento de Nuestra Señora de la Antigua. Y, por supuesto, tómate tu tiempo para pasear y empaparte de la calma que reina aquí, en este municipio que sigue latiendo en el corazón de Tierra de Campos.
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