
Casas excavadas en la montaña y paisajes espectaculares: así es el pueblo más bonito de Castilla-La Mancha
En la provincia de Albacete se encuentra Alcalá del Júcar, uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha, donde las casas están excavadas en la montaña.
Llena de paisajes increíbles, rutas de senderismo que cruzan lugares de ensueño y localidades preciosas. Así es Castilla-La Mancha: una región que oculta rincones como Cívica, conocida como la pequeña Petra por su parecido con la ciudad de Jordania, o como Alcalá del Júcar, que es sin duda uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha.
Este pueblo se encuentra dominado por una peña vertical, y rodeada por el río Júcar. La presencia de este cerro ha sido determinante en la formación del pueblo, que se encarama a la roca como si quisiera treparlo. Dentro de la montaña, las casas cueva se suceden como los recovecos de una colmena y, desde lo alto, se tienen unas vistas espectaculares de la región.
Un paseo por Alcalá del Júcar
Declarado Conjunto Histórico-Artístico a principios de la década de los ochenta, Alcalá del Júcar destaca por la particularidad de su paisaje. Se trata de un pueblo doblemente protegido, custodiado tanto por las aguas del río Júcar a su paso por la provincia de Albacete, como por la fortaleza que, desde lo alto del peñasco, le da nombre (pues al-kala, en árabe, significa castillo).
Tras cruzar el precioso Puente Romano que vigila la entrada a la localidad, nos topamos con un laberinto de calles empinadas que suben y suben, encaramándose a la ladera de la montaña como si temiera caerse. Aunque el pueblo ha acusado con gracia los envites del tiempo, aún persiste en el ambiente cierto aire medieval, que habla de una historia larga e intensa.

Al fin y al cabo, este antiguo enclave musulmán fue conquistado por Alfonso VIII en el siglo XIII. El lugar, que prácticamente se defiende solo debido a su particular situación geográfica, estuvo bajo el dominio del marquesado de Villena. Es precisamente la riqueza y el esplendor de esta época lo que aún podemos vislumbrar, si nos fijamos bien, mientras paseamos por el conjunto de callejuelas empedradas.
Pese a su belleza y su monumentalidad, este sigue siendo un municipio tranquilo, alejado del bullicio del turismo de masas. Por eso, si eres de los que cada fin de semana abandonan las grandes ciudades en busca de un poco de tranquilidad, esta puede ser la escapada perfecta para ti.
Qué ver en el pueblo más bonito de Castilla-La Mancha
Por supuesto, lo primero que llama la atención es el Puente Romano, que se llama así no por su origen, sino por su arquitectura. Y es que, a pesar de haber sido construido a finales del siglo XVIII, su cuerpo de piedra y los arcos de medio punto que sostienen la estructura recuerdan a otros mucho más antiguos, como el de Córdoba.
Lo que sí es verdaderamente antiguo es el pequeño Castillo de Alcalá del Júcar: un fuerte de origen musulmán que, desde el siglo XII, vigila esta localidad desde su punto más elevado. Pese a sus pequeñas dimensiones, merece la pena visitar el interior y disfrutar de la belleza de la arquitectura islámica y de una panorámica muy especial.

Entre los edificios más bonitos también encontramos la ermita de San Lorenzo y la iglesia de San Andrés. La primera es un templo neoclásico que destaca, además de por su preciosa arquitectura, por su entorno natural. De la segunda sorprende su gran torre, que alcanza los 70 metros de altura.
Y, por supuesto, tienes que visitar las numerosas casas cueva que se encuentran esparcidas por el pueblo y que ocultan desde museos hasta bodegas, pasando por bares, restaurantes y casas rurales. Para disfrutar al máximo de la belleza del paisaje, te recomendamos seguir la ruta del agua, que discurre a lo largo del cauce del río y te permite empaparte de uno de los rincones más bonitos de Castilla-La Mancha.
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