The Lodge, un hotel boutique con acento mallorquín
Cada detalle de este privilegiado refugio, que exhibe una belleza atemporal, respira mimo y evoca la esencia mediterránea más genuina, puesta al día con un gusto exquisito. Foto: The Lodge.

The Lodge, un hotel boutique con acento mallorquín

Ubicado en una imponente casona de piedra, y arropado por la belleza exuberante de un paisaje agreste, el hotel boutique The Lodge se ha convertido en el epítome del slow life.

Tomás Domingo | 28 Mar 2025

Como cada primavera, la lavanda despunta en la sierra de Tramuntana, una experiencia colorida y perfumada en el corazón de Mallorca que bien merece una escapada; de hecho, la finca de The Lodge cuenta con 12 hectáreas de lavanda, el campo más grande de Baleares, donde se puede disfrutar de veladas o cenas al atardecer.

Ajenos al bullicio que palpita con ritmo inagotable en otros rincones de la isla, este hotel boutique es un auténtico remanso de paz, que despliega sosiego, carácter mediterráneo y un profundo respeto por el entorno. Ubicado dentro de una reserva natural privada, protegida por la Unesco, ha sido concebido para conectar con la naturaleza, entregarse al bienestar y rendirse sin remordimientos a la quietud.

La soberbia construcción, con más de cinco siglos de historia, está integrada en una finca de 157 hectáreas, donde crecen almendros, algarrobos, olivos centenarios y árboles frutales, entre los que se esconden sutilmente algunas de las suites y otras instalaciones, como el gimnasio outdoor. Y todo ello conforma un puzle arquitectónico en simbiosis con el ecosistema.

Un interiorismo cálido, con marcado acento local y materiales orgánicos, define la estética de este establecimiento de Único Hotels. Su refinado estilo rústico, con antiguos útiles de labranza cuidadosamente recuperados, convive en armonía con piezas de diseño. Cada estancia ha sido vestida con elementos naturales, líneas minimalistas y una relajante paleta de tonos neutros para que la luz, la vegetación y el cielo cambiante sean los verdaderos protagonistas.

The Lodge cuenta con 24 suites (una de ellas, de 50 metros cuadrados, con su propia piscina, terraza y patio mallorquín), repartidas entre el edificio principal y el resto de la masía, con vistas a la campiña mallorquina. Ropa de cama de algodón egipcio 100%, carta de almohadas, ducha de lluvia XXL o servicio de habitaciones 24 horas son algunos de los servicios que se prestan en este idílico lugar.

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Dentro de la finca se encuentra el campo de lavanda más extenso de Baleares, donde el hotel organiza cenas o veladas con música al atardecer. Foto: The Lodge.

Explorar el dominio a pie (también es posible hacerlo en bici o en buggy) para desplazarse entre los diferentes espacios resulta de lo más recomendable. La distribución pone especial atención en preservar la intimidad de los clientes, uno de los atributos más apreciados por el huésped que va buscando privacidad, silencio y el sosiego como elementos innegociables de sus momentos de disfrute y ocio.

Todo en este hotel boutique, que aboga por la sostenibilidad, está en sintonía con esa premisa. El 40% del consumo energético está alimentado con energía solar y el 100% del riego proviene de agua regenerada.

Para quienes buscan entregarse a un viaje de bienestar, periódicamente organizan retiros, con programas de meditación, sound healing, etc.

El plan gourmet de The Lodge

La propuesta gastronómica está alineada también con esta filosofía. Aquí se elaboran artesanalmente productos a base de miel y lavanda de la finca. En su restaurante, Singular, se sirven también de ingredientes de kilómetro cero y de temporada para crear elaboraciones que aúnan técnica y tradición.

La leña de los árboles de la finca es la que da el carácter único a los platos de Singular, donde cocinan con maestría las carnes regionales y los pescados de la lonja de Alcudia y de Palma. “Trabajamos productos locales cocinados por el fuego y aromatizados por el humo. De esta manera, queremos rendir homenaje a la cocina de fuego, llena de sutilezas, sabores, aromas, jugosidad, color y texturas, donde la incandescencia de las brasas va de la mano con la excelencia del producto”, explican los chefs, Mateo Garcías y Margalida Moya.