
Estas termas de lujo son las más famosas del mundo por su arquitectura y están rodeadas por montañas suizas
Construidas con piedra local y silencios bien pensados, las Termas de Vals redefinen el lujo: no a través del exceso, sino de la contención.
Entre las muchas maravillas de Suiza, encontramos trenes panorámicos con vistas increíbles y pueblos tan encantadores como Gruyères. También podemos disfrutar de iconos arquitectónicos como las Termas de Vals, en los Alpes suizos: un edificio con ese tipo de arquitectura que entabla un diálogo tan perfecto con el entorno que parece llevar ahí toda la vida.
Diseñadas por Peter Zumthor en 1996, este conjunto de baños termales se ha convertido en una referencia internacional. No por su tamaño, ni por su opulencia, sino por haber llevado la arquitectura del bienestar a un nivel donde el espacio importa tanto como el agua. Zumthor no proyectó un spa. Proyectó una experiencia. Una coreografía de luz, materia y temperatura, que se vive con el cuerpo medio sumergido y los sentidos agudizados. No hay elementos superfluos. Solo cuarcita gris de la zona, geometría precisa y la sensación de estar exactamente donde debes estar.
Las Termas de Vals, un edificio en armonía con el entorno
Desde fuera, las termas apenas se adivinan. El edificio se mimetiza con la ladera, semienterrado. No hay grandes volúmenes, solo una entrada discreta que conduce al interior.
Dentro, el espacio está dividido en salas conectadas por pasillos estrechos, rampas y pequeños umbrales. Cada transición está medida. No hay música de fondo, ni instrucciones evidentes. La arquitectura invita a descubrir. Una piscina caliente con vistas a las montañas. Una sala de vapor con hierbas. Otra, fría, revestida de piedra oscura. Cada espacio tiene su ritmo. Su temperatura. Su sonido. Hay momentos en los que uno no sabe si ha entrado en una cueva o si se encuentra dentro de un templo.
Zumthor entendió que el cuerpo reacciona al espacio con la misma intensidad que al clima. Y usó esa idea para construir un lugar que relaja no solo por el agua caliente, sino por cómo se ordena la luz, por cómo se filtra el sonido, por cómo se amplifica o se contiene la escala.

El lujo de quedarse quieto
No hay oro, ni mármol, ni decoraciones superfluas. El gesto más audaz fue construir con la misma piedra que aflora en las montañas cercanas, apilada en capas que marcan la horizontalidad del conjunto. Esa repetición, casi obsesiva, aporta calma. Porque el edificio es bello pero también coherente. Esa coherencia es parte del lujo.
Se ha creado una experiencia sensorial, no mediática. Quienes acceden a las termas lo hacen en número limitado. O bien alojándose en el Hotel 7132 —el complejo que gestiona las instalaciones— o reservando con antelación para una visita puntual. No es fácil entrar. Pero ese filtro también es el encargado de proteger la atmósfera del lugar.
El propio hotel ha seguido la línea conceptual del edificio original. En 2012, un grupo de arquitectos, entre los que destacan Tadao Ando y Kengo Kuma, firmó distintas habitaciones como si fueran pequeñas obras dentro de la obra. Cada una interpreta el paisaje y el silencio desde su propia mirada.

Arquitectura que no necesita traducción
Vals es un pueblo de montaña. Pequeño, tranquilo, a más de 1200 metros de altitud. Pero gracias a estas termas, se ha convertido en un destino de peregrinación arquitectónica. Aquí se puede experimentar algo que rara vez se explica bien con palabras: cómo un edificio puede influir en la forma en que sentimos el mundo.
Al salir, muchos no sabrán explicar del todo lo que han vivido. Solo dirán que han estado en un lugar distinto porque la arquitectura de Zumthor no necesita ser explicada para ser comprendida. Es sensorial. Y sobre todo, es honesta. Por eso las Termas de Vals siguen siendo, casi treinta años después de su construcción, un ejemplo único de cómo la arquitectura puede crear lujo sin ruido. Solo con materia, espacio y luz.

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