
Modernismo y buena gastronomía en este céntrico hotel de Barcelona: así es el clásico que acaba de ser reformado
Un siglo de historia, una reforma brillante y cero ganas de parecer un museo. Así es el renovado Hotel Regina, el clásico barcelonés que ha decidido modernizarse sin perder el encanto ni el humor.
En un mundo donde los hoteles boutique viven su momento de auge y las reformas hoteleras luchan por ser el nuevo hotspot de la ciudad, pocos lugares pueden presumir de haber sobrevivido a guerras, reyes, dictaduras, exposiciones internacionales y un sinfín de huéspedes famosos… y seguir tan campantes. El Hotel Regina, inaugurado en 1917, no solo ha resistido el paso del tiempo, lo ha usado a su favor. Como si supiera que en Barcelona, una ciudad que no para de reinventarse, quedarse quieto no es opción.
Pero lejos de colgarse la medalla de “yo estuve aquí cuando todo esto era campo”, el Regina ha optado por algo bastante más elegante: renovarse sin borrar su historia. Tras una reforma integral, el hotel luce hoy más moderno que nunca, pero sin renunciar a ese aire señorial que lo ha acompañado durante más de un siglo. Porque una cosa es modernizarse, y otra muy distinta es olvidar quién eres.
Elegancia sin pretensiones en el Hotel Regina
Ubicado a un par de pasos de Plaza Catalunya, el Regina juega en la liga de los hoteles bien situados. Pero sería injusto resumirlo solo por su ubicación. Su fachada modernista sigue tan imponente como siempre, con una marquesina que ha visto más desfiles espontáneos de moda urbana que muchas pasarelas. Dentro, las 98 habitaciones combinan amplitud, luz natural y diseño actual sin entrar en el territorio de la frialdad minimalista.
El interiorismo, a cargo del estudio WIT Barcelona, ha conseguido algo que no es nada fácil: darle al hotel un aspecto contemporáneo sin convertirlo en un showroom. Madera, líneas limpias, texturas agradables y una sensación general de “me podría quedar aquí una semana sin remordimientos”.
Y si te entra el hambre, no hace falta salir corriendo en busca del último restaurante de moda en Instagram. El restaurante del hotel, La Esquina, liderado por Luis Cors, es una oda sincera —y bien ejecutada— a la cocina barcelonesa. Tapas que no pretenden reinventar la rueda, arroces que no necesitan explicación y un ambiente perfecto para comer sin prisas. O para alargar la sobremesa con un vermut, que también es buen plan.

Historia con sustancia (y muchas anécdotas)
Pocos hoteles pueden alardear (sin ser pesados) de una historia como la del Regina. Fundado por Francisco Recasens, un emprendedor que llegó a Barcelona con menos de diez pesetas y acabó montando un hotel de referencia, el Regina empezó como una modesta pensión. Y ojo, que su historia no se queda en el relato de superación.
Durante la Guerra Civil, por ejemplo, el hotel se convirtió en hospital improvisado. También fue uno de los primeros en instalar ascensores y teléfonos en las habitaciones. Sí, cuando eso era lo más de lo más. En los años veinte, recibió a una parte del séquito del rey Alfonso XIII, y años después, a escritores, actrices y músicos que encontraron en el Regina un refugio discreto y bien situado.

La marquesina de su entrada, con estructura modernista, sigue intacta como testigo artístico de aquellos tiempos. Solo quedan dos de los vitrales originales diseñados por René Beauclair, pero los que aún están se cuidan como si fueran joyas. Y lo son.
Uno de los capítulos más surrealistas —o geniales, según se mire— fue en 1928, cuando Recasens logró que el Ayuntamiento le pagara una indemnización de 60.000 pesetas porque las obras del tren de Sarrià espantaban a los clientes. ¿Se puede ser más pionero en defensa de los derechos hoteleros?

Un clásico sin complejo de viejo
Lo mejor del nuevo Regina es que no intenta competir con los hoteles de moda ni con los templos de diseño que florecen cada temporada en Barcelona. Su propuesta es otra: ser un clásico atemporal que entiende qué busca el viajero actual. Un sitio con alma, con historia y con todas las comodidades de 2025.
El equipo ha sabido combinar sostenibilidad, estética y funcionalidad sin caer en el postureo. ¿Un ejemplo? Las políticas de turismo responsable no se anuncian con pancartas, pero están ahí: desde la eficiencia energética hasta el respeto al entorno urbano.

Y si te interesa la cultura local, más allá de los “imprescindibles” de cualquier guía, el Regina sigue siendo punto de encuentro de intelectuales, creativos y gente con criterio. Es ese tipo de hotel donde puedes cruzarte con un escritor local desayunando o con una directora de arte planificando su día en una Moleskine.
Así que si buscas una experiencia de lujo sin el artificio, con historia real y diseño pensado para personas, el Regina es una apuesta segura. Y si vas, pregunta por las anécdotas: seguro que te cuentan alguna que no aparece en Google. Aquí, cada esquina tiene algo que decir.

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