
Manuel Butler (OMT): «España estará a la cabeza de la recuperación turística»
Casi tres décadas trabajando por y para el turismo, primero en Turespaña y ahora en la Organización Mundial del Turismo, convierten al español Manuel Butler en una voz respetada y autorizada del sector. El director ejecutivo de la OMT está seguro de que España hará las cosas bien y volverá al ‘top’ mundial.
«España no parte de cero. La riqueza paisajística, el patrimonio histórico-cultural, las playas… Todo eso va a seguir ahí. Y también la curva de experiencia de los turistas. Todos esos valores hablan a nuestro favor». Manuel Butler tiene claro que el COVID-19 ha dejado tocads la principal fuente de riqueza de nuestro país, pero que la recuperación llegará, siempre que se trabaje en dos líneas: la colaboración entre las empresas del sector privado y la colaboración entre el sector público y el privado, con un liderazgo claro del primero. Así recuperaremos la potencia de un sector que genera el 12% de nuestro PIB.
En crisis precedentes (los ataques del 11S en 2001, el SARS en 2003, el crash financiero de 2009…), el turismo resistió bien y mostró una recuperación rápida. Más que contra el COVID-19, ¿la lucha del sector en los próximos meses va a ser contra la sensación de inseguridad que va a retraer a muchos de iniciar un viaje?
El origen principal de este colapso es la crisis sanitaria del COVID-19, que ha afectado a los dos principios básicos del turismo: la movilidad y la distancia personal. La sensación de inseguridad es algo subjetivo y hay que luchar contra ella con transparencia, comunicando los datos sin ningún retoque, fomentando la cooperación internacional y siendo consistentes en la actuación, con todos los países ‘hablando’ el mismo lenguaje. Con eso lograremos recuperar la confianza… si la situación no empeora.
Las previsiones de la OMT apuntan que en 2020 se acabaron perdiendo entre 850 y 1.100 millones de turistas internacionales y entre 100 y 120 millonesde empleos turísticos en el mundo. ¿Qué medidas deben tomar los gobiernos para que el sector siga a flote?
Hay que trabajar en el corto a plazo para la supervivencia del sector, porque la crisis está afectando enormemente al tejido industrial (más de un 80% son pequeñas y muy pequeñas empresas, que son la garantía del mantenimiento del los puestos de trabajo en el sector) y también en el largo plazo. Hemos visto que la pandemia ha acelerado las tendencias que ya apuntaba el sector, la sostenibilidad y la innovación, que son los retos que nos plantea el sector turístico en el próximo decenio.
El temor a los contagios y la disminución de la capacidad económica de los viajeros han dejado en punto muerto a turismo. Pero la OMT estima que habrá más incertidumbre a corto plazo que a medio y largo. ¿Eso significa que, antes o después, el sector volverá a su cauce?
Apostar por el sector turístico es hacerlo por un caballo ganador. Las ganas de viajar siguen ahí y no nos las va a quitar nadie. Evidentemente, el turista se están retrayendo por la sensación de inseguridad, pero estamos convencidos de que la recuperación se va a producir. Va a ser lenta y costosa, pero llegará. La capacidad económica de una parte de la población se ha visto afectada por la crisis, pero en otra parte, la más favorecida económicamente, las tasas de ahorro se han disparado porque no han podido gastar durante el confinamiento. Dinero hay, ganas de viajar también y eso hace augurar que el sector se recuperará.
Lo prioritario es garantizar que España es un destino seguro. El Plan de Impulso del Sector Turístico, dotado con más de 4.200 millones, está centrado en eso. ¿Qué otras medidas deberían tomarse para sostener el sector?
Lo que nos ha traído esta crisis es una aceleración de las tendencias, tanto en el tema de la digitalización (algunas compañías han avanzado en dos meses lo que en condiciones normales les hubiera costado dos años) como en el de la sostenibilidad. El gran reto es transformar el turismo, que se enfrenta al mayor cambio de su historia. Hay que plantear unas bases diferentes en el que las bases antiguas del turismo de masas, de los grandes números, dejan de ser válidas. Quienes enfrenten el reto de la sostenibilidad, principalmente la sostenibilidad social, saldrán reforzados. Estoy convencido de que España estará a la cabeza: tiene un clase empresarial y trabajadora muy buena, que es la que nos da el liderazgo mundial, y una capacidad de adaptación tremenda. Siempre habíamos visto que el sector turístico era el motor que empujaba a España para salir de las crisis, pero con el COVID-19, el turismo ha sido el primero que ha entrado en declive y el último que va a salir del agujero. Por eso, en esta ocasión, es más necesaria que nunca la colaboración entre el sector público y el privado.
En paralelo, el ministerio ha lanzado una campaña dirigida al turista europeo bajo el eslogan ‘Back to Spain’ (Vuelve a España). ¿Temen que los turistas británicos y alemanes –nuestros principales visitantes– busquen otros caladeros?
No creo que en este momento vaya a haber ganadores y perdedores. Pero sí hemos detectado movimientos curiosos. En Alemania, desde hace unos años, hemos notado que por una concienciación sobre el cambio climático, los alemanes se quedan más en su país, que se ha convertido en un competidor de España en materia de turismo. Y lo hacen con su montaña (los Alpes, Baviera), pero también con las playas del mar Báltico, que desde hace 10 o 15 años ofrecen imágenes que pueden ser comparables a lo que podemos ver en el Mediterráneo. Uno de los efectos del COVID-19 en el turismo es la recuperación del turismo doméstico, por esa sensación de seguridad. Y vamos a ver cómo los turistas alemanes y los británicos tendrán una mayor tendencia a quedarse en casa. Que haya movimientos entre los destinos turísticos mediterráneos lo veo complicado, porque España lo ha hecho muy bien durante las últimas décadas.
El ‘boom’ turístico de la última década se vio favorecido por unos vuelos y servicios muy baratos. Las nuevas medidas de distanciamiento personal parecen augurar una subida de tarifas. ¿Volveremos a ver esos precios?
El último boom del turismo mundial se ha basado en dos motores: la incorporación de las clases medias en China, India, Brasil y Rusia, y un crecimiento del sector en Europa muy por encima de lo esperado, en torno al 5-6% anual, debido a la liberalización aérea, a la proliferación las compañías low price y a los alojamientos baratos. Hay evidencias que indican que, mientras nos recuperamos del COVID-19, se van a producir integraciones, fusiones y adquisiciones en el campo de las líneas aéreas, pero eso no va a afectar a las low cost. Por otra parte, estamos viendo que la crisis está afectando sobre todo a las clases medias, en las que el poder adquisitivo será menor a medio plazo. Sin que suponga la muerte del segmento del turismo de bajo precio, esto significa que el reloj se va a atrasar como unos 20 años: más vacaciones domésticas, estancias más prolongadas, incremento del turismo en familia... Posiblemente sea un efecto temporal, pero algunos elementos sí se quedarán ahí.
Una consecuencia de la crisis, como apuntan los especialistas, va a ser el incremento de productos y servicios específicos para el turismo de lujo. ¿España debería abrazar esta tendencia?
Debido a esta crisis, las capas económicas superiores están ahorrando más, tienen más recursos y su apetito por viajar es mayor, en busca, fundamentalmente, de un turismo más personalizado. En mi etapa al frente de Turespaña evaluamos la demanda del turismo sostenible de lujo de Europa hacia España y la cuantificamos en 90 millones de viajes anuales. Es decir, posibilidades hay. El esfuerzo empresarial que se ha hecho en ese sentido es revelante pero aún insuficiente, sobre todo comparado con Italia, Francia o Suiza. Eso requiere esfuerzos por parte de la Administración, pero sobre todo por parte del sector privado. Pero es el camino por el que hay que ir.
Roma, Barcelona, Palma... La presión del turismo sobre algunas ciudades europeas era, hasta hace solo unos meses, asfixiante. ¿Es posible atender la demanda turística y conseguir, a la vez, que las ciudades sigan siendo habitables?
La promoción turística de las ciudades se ha realizado, por lo general, urbi et orbi, sin ninguna estrategia ni ningún posicionamiento: el objetivo era atraer turistas y cuantos más, mejor. Eso ha dado lugar lugar a problemas en Ámsterdam, Roma, Barcelona o Venecia. Lo ideal es que las ciudades se posicionen e intenten atraer turismo de determinados targets, no a cualquier turista.
Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Nacionales Unidas, la OMT está encargada de la promoción de un turismo responsable, sostenible y acessible para todos. Bajado a tierra, ¿esto qué significa?
La agenda 2030 es un programa de máximos al que no hay que renunciar. Los 17 ODS y los 67 targets tocan al turismo transversalmente. Al turismo le afecta especialmente el punto 8, que habla del trabajo decente y el desarrollo económico de los países. Pero nosotros también estamos muy centrados en el objetivo 12, el desacoplamiento del crecimiento con el consumo de recursos naturales. Hay acciones concretas: a principios de 2020 hicimos un llamamiento para la eliminación de plásticos de un solo uso, que lo vamos a ampliar ahora al zero waste food, el nulo desperdicio de comida; también estamos preocupados por el empoderamiento de la mujer en el sector turístico; también nos preocupamos por la accesibilidad, por la formación para la movilización de inversiones verdes… Pensamos que todas esas acciones son una palanca fundamental para poder avanzar en una sociedad más justa, más pacífica y próspera, que son los objetivos de la agenda 2030.
En el mundo del turismo actual parece que hay dos tendencias: un turismo turismo más sostenible, saludable, seguro y ético, y por otro, un turismo basado en la hipermovilidad y los precios bajos. ¿Qué tendencia se impondrá?
A medio plazo veremos un descenso de la hipermovilidad y, a la vez, un boom del ‘bienser’, un concepto con connotaciones religiosas, espirituales e incluso de salud. ¿En qué medida tendrá más peso una u otra tendencia? Es difícil saberlo, pero es posible que convivan ambas.
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