Este es el pueblo donde mejor se come: un destino medieval a dos horas de Madrid que es perfecto para una escapada
A tan solo dos horas de Madrid, Peñafiel es mucho más que su famosísimo castillo. Este precioso pueblo medieval es uno de los lugares de España donde mejor se come y está lleno de bodegas con vinos espectaculares.
Valladolid es una provincia llena de historia, con un riquísimo pasado que no todos conocen. Su universidad es la tercera más antigua de España y uno de sus municipios, Medina del Campo, esconde la Plaza Mayor más grande de España. Entre otros datos curiosos, en esta provincia también se encuentra el único pueblo de España con más librerías que bares y también el pueblo donde mejor se come: Peñafiel.
Este municipio destaca por ser el más antiguo de la provincia: ya en la prehistoria hubo pobladores allí, donde se han encontrado restos de civilizaciones prerromanas que datan del año 2900 a.C. Su famoso castillo, conocido por todos los que han visitado la localidad alguna vez, comenzó a construirse en el siglo IX. Sin embargo, la fama de este pueblo va más allá de la de su fortaleza medieval, y no nos extraña. Con una gastronomía increíble, multitud de bodegas y un trazado medieval bien conservado, no faltan los motivos para visitar Peñafiel.
Por qué Peñafiel es el pueblo donde mejor se come
Aunque en la actualidad tiene poco más de 5.000 habitantes, Peñafiel es uno de esos pueblos que se llenan de vida durante el fin de semana. No nos extraña, pues es un lugar del que uno se marcha satisfecho, seguro de haber aprovechado los preciados días libres que preceden al inicio de la semana.
Si hablamos de gastronomía, hay productos que es obligado mencionar: el lechazo asado en horno de leña, una pieza de cordero lechal, crujiente por fuera y tan jugosa por dentro que la carne se deshace en la boca. Para probarlo, nada mejor que encontrar un restaurante tradicional, de esos de aspecto austero y menú corto y sencillo, como
Asados Mauro o el Restaurante Asador Molino de Palacios.
Antes del lechazo, para abrir boca, nada mejor que unos pedazos de queso Flor de Esgueva. Para acompañar el plato principal, un vino tinto Ribera del Duero. Las bodegas de la localidad no se podrían contar con los dedos de ambas manos. Entre ellas, destaca la de Ambivium, donde la escultura y la arquitectura dan lugar a un espacio único, donde el buen vino es el protagonista.
Pero Ambivium es mucho más que vino. Este restaurante estrella Michelin es, para muchos, el plato fuerte de la propuesta gastronómica de Peñafiel. Su apuesta por la sostenibilidad y los productos de proximidad, muchos de ellos cultivados en su propio huerto ecológico, le han llevado a ganar también una Estrella Verde. Sin embargo, lo mejor es su menú degustación, donde cada plato es una verdadera obra de arte.
Todo lo que tienes que ver en Peñafiel
Después de una buena comida, prepárate para empaparte de la historia del municipio, presente en cada calle y cada plaza. Aunque puedes pensar que el castillo está ya muy manido, lo cierto es que se trata de una de las fortalezas mejor conservadas de la provincia. Además, en su interior se encuentra el Museo Provincial del Vino, que te llevará en un interesante recorrido por la cultura vitivinícola de Valladolid.
El valle del Duero se extiende, verde e inmenso, bajo las almenas del castillo. Desde allí, se pueden señalar los lugares más emblemáticos del pueblo, convertidos por la distancia en maquetas en miniatura. Uno de los más bonitos es el convento de San Pablo, una joya de estilo gótico-mudéjar que oculta en su interior la Capilla Funeraria de los Manuel, una verdadera obra maestra del renacimiento español.
Otro edificio religioso que merece la pena visitar es la iglesia de San Miguel de Reoyo, donde el estilo renacentista alcanza su máximo esplendor. Tras el sobrio exterior se oculta un interior recargado, cubierto de retablos dorados dedicados a diferentes santos, entre los que sin duda destaca el de la castellana Santa Teresa de Jesús.
Una de las mejores virtudes de Peñafiel es que todo se encuentra cerca. A la salida de la iglesia, puedes visitar la emblemática Plaza del Coso, con sus balcones de madera cubiertos de flores, el Paseo del Vino o el barrio de la Judería, junto al que discurre el río Duratón.
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