
Este es el misterioso pueblo abandonado de Aragón con una ruinas del siglo pasado que impresionan a los viajeros
Incluido recientemente en la lista de los 100 monumentos en peligro del mundo, Belchite Viejo se desmorona poco a poco. Un pueblo fantasma con historia, ruinas impactantes y una lucha contrarreloj para evitar su desaparición.
Las ruinas de Belchite Viejo han pasado de ser un vestigio olvidado de la Guerra Civil a entrar en la lista de los 100 monumentos en peligro de extinción del planeta. Está claro, no es una distinción que se busque con orgullo, pero sí una que puede cambiar su destino. Si la ayuda institucional no llega pronto, en dos décadas no quedará nada de lo que un día fue este pueblo aragonés, que dicen que está maldito y se hizo famoso por sus psicofonías. Y aunque la historia lo ha maltratado, lo cierto es que sigue en pie (a duras penas), luchando contra el abandono y el olvido.
Visitar Belchite no es una excursión al uso. No es una visita a uno de los muchos pueblos de colores que pueblan el país. Aquí viene a ver lo que queda y a entender lo que podría desaparecer. Y, de paso, a recorrer uno de los lugares más impactantes de España, con permiso de sus increíbles paisajes naturales, donde el tiempo no se ha detenido, sino que ha seguido avanzando mientras las piedras caían.
Belchite, un pueblo maldito con reconocimiento internacional
Los restos de Belchite Viejo llevan décadas en pie, en un equilibrio cada vez más frágil. De lo que fue un pueblo entero, hoy queda apenas un 15%, y cada año ese porcentaje sigue reduciéndose. Por eso, el reciente reconocimiento de los World Monuments Watch 2025, una iniciativa neoyorquina que destaca el patrimonio en peligro, podría suponer un antes y un después para su conservación.
Esta inclusión en la lista visibiliza la amenaza que enfrenta Belchite y podría atraer inversiones y ayudas que eviten su desaparición definitiva. Si no se actúa pronto, las iglesias derruidas, las calles de piedra y los arcos a medio caer no serán más que polvo. Y aunque los vecinos llevan años alertando de esta situación, la burocracia y la falta de fondos han retrasado cualquier intervención.

Lo que queda por ver antes de que desaparezca
Algunas construcciones se resisten a ceder por completo, como la Torre del Reloj, que se mantiene en pie a pesar de los estragos del tiempo, o la Iglesia de San Martín de Tours, cuya impresionante fachada de ladrillo mudéjar sigue marcando el horizonte del pueblo derruido. Los detalles arquitectónicos que aún se conservan en el antiguo convento de San Rafael hablan de un pasado de esplendor, ahora reducido a muros carcomidos y escombros. El Arco de la Villa, es también una de las pocas estructuras que desafían la gravedad.
Más allá de su valor como testimonio histórico, la visita impacta por la extraña mezcla de belleza y desolación. Aunque las calles ya no llevan a ninguna parte, los restos de balcones, fachadas y portones cuentan la historia de un pueblo que alguna vez estuvo lleno de vida. Por eso, recorrerlo con guía no es solo recomendable, sino necesario. No se trata solo de ver ruinas, sino que también es importante entenderlas.

A pesar de su estado, Belchite ha logrado atraer visitantes por motivos muy distintos. Para los apasionados de la historia, es un lugar imprescindible para comprender los efectos de la Guerra Civil más allá de los libros. Para los fotógrafos, el contraste entre la luz y las estructuras a medio derruir ofrece escenas inigualables. Y para quienes buscan lugares con un aire de misterio, este pueblo maldito tiene fama de estar entre los más inquietantes de España.
Sea cual sea el motivo, visitarlo es una experiencia única. No es un lugar bonito en el sentido tradicional, ni tampoco uno cómodo de recorrer, pero sí un espacio que deja huella. Y quizá eso sea lo más importante: Belchite es un recordatorio de lo que pasó y de lo que puede pasar cuando la historia se deja a su suerte.
TURIUM TIPS
Las fiestas de San Patricio en Madrid se han convertido en unas de las celebraciones más vibrantes y esperadas del año. Con una oferta de actividades para todos los gustos, la capital se viste de color esmeralda y te invita a sumergirte en la tradición irlandesa.